Desde que llegué a Guadalajara, me percaté de su presencia.
Yo había pasado los últimos veintiséis años de mi vida en Wisconsin, pero mi novia y yo decidimos venirnos a vivir aquí. Después de mucha planificación y ahorrar, por fin llegamos en Diciembre del 2013. Teníamos pensado rentar la casa de mis abuelos para vivir ahí, aunque al principio no funcionó así. Fue necesario hacer varios viajes durante el mes que estuvimos esperando, del departamento de mi mamá a la casa para ver si ya estaba disponible.
En estas caminatas por la avenida, lo vi. Es un hombre muy viejo --¿será la suciedad y la miseria que le aumentan los años?-- que tiene un monte de basura debajo de unos arboles frente a un almacén abandonado. Cobijas, cartones, pedazos de madera, y todo lo que encuentra lo junta debajo de unas lonas amarradas a las ramas. Al pasar uno, lo primero que se nota es el olor. La nariz responde agresivamente al ataque olfatorio de orina y deshechos humanos.
Siempre que lo veo, me provoca una lástima inmunda. No puedo dejar de imaginar su existencia diaria, su angustia sobre su situación. Es un viejito que vive en medio de una pila de basura, rodeado de basura, cagando en hoyos que excava y luego tapa. Al pasar, las moscas que invaden su vivienda se le dejan ir a uno.
¿Y qué hace uno? Le damos unas monedas y seguimos por nuestro camino, a nuestras casas. A nuestra comida. A nuestra seguridad habitacional. No sentimos lo que es pasar el frío en la calle. ¿A dónde se va él? A esa edad, nadie lo va a contratar. Su situación es una de desesperación y carente de esperanza.
El trabajo es un concepto que le es lejano. Según lo que me dijo alguien, su familia lo maltrataba por su edad y prefirió irse a vivir donde sea.
Cada que pasábamos, le daba algo de dinero. Lo saludaba, le decía: "Buenos días." Siempre respondía con una sonrisa el señor de la basura. Siempre lo veía barriendo su pequeño lugar en el mundo.
Hoy, mientras regresaba a casa en mi bicicleta, vi que su espacio estaba vació. En su lugar, vi cenizas y la pared marcada con las cicatrices negras del fuego. Me asuste. Al ver de nuevo, lo vi un poco atrás, antes de donde lo esperaba ver. Estaba sentado sobre un nuevo montón de basura, ésta menor a la anterior.
Me detuve y le ofrecí lo que traía en el bolsillo. Eran sólo como quince pesos. Él me preguntó dónde vivía. Le dije más o menos. Me preguntó si necesitaba algún trabajito. Le dije que ahorita no, pero que yo le diría si algo surgía. El tráfico pasaba estrepitosamente en la calle detrás de mí.
Me dijo en su voz débil que les había dicho a los que recolectan la basura que recogieran el montón quemado de basura que estaba a unos metros de distancia. Ellos le dijerón: "Recógelo tú, pendejo." Lo único que les pidió fue que no le dijeran "pendejo". No me atreví a preguntarle cómo fue que sus pertenencias se quemaron. No quería confirmar mis sospechas de que algún pendejo o algunos pendejos inconscientes se sintieron chidos y decidieron hacer algo por el hedor que emanaba de ahí.
Saqué un billete de cincuenta y se lo ofrecí. Lo rechazó, y me preguntó si lo necesitaba yo. Le dije que no, que yo no lo necesitaba. Lo tomó en sus manos mugrosas. Volteé a ver que mi bicicleta seguía en su lugar, y vi a su perro oliendo mi llanta. Sobre el suelo había carne que seguramente era para alimentar a su cachorro y detrás de él, un plato desechable, tan desechable como él, con unos tacos. De nuevo ofreció hacer algún trabajito en mi casa, cuando sea. Le dije que cuando tenga algo, yo le digo. Pensé que podría ofrecerle venir a barrer frente a mi casa, pero me preocupó la caminata de un kilometro para sus piernas llenas de vejez.
Me despedí. Al alejarme, devolví la vista para verlo una última vez. Seguía sentado sobre su montón de basura, rompiendo bolsas de plástico, quién sabe para qué.
Pienso en él mucho. Pienso que morirá pronto. Será un cadáver que yace sobre basura. Será un difunto olvidado en una ciudad tan viva y alegre y cálida. Me imagino el momento en el que su vida evacue su cuerpo. Cuando permanezca ahí por días, a lo mejor, sin que lo encuentren. ¿Y su vida? ¿Sus sueños? ¿Sus amores y su historia? ¿Qué de la persona, el ser humano que es él? Pienso mucho en su muerte.